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dimarts, 14 de febrer del 2012

LOST IN TRANSLATION

Com jo he vist aquesta gran pel.lícula dirigida per Sofia Coppola. Les dades de la pel.lícula es poden consultar aquí
Las dos primeras imágenes del principio de la película son reveladoras. En la primera tenemos a Charlotte de primer plano de espaldas duerme o descansa en la cama. Lleva ropa interior cómoda, holgada, sin la pretensión de ser sexy; luego nos apercibimos que no está dormida, está cómodamente aburrida en la habitación. En la segunda tenemos a Bob que está llegando a Tokio, pero que no presta ningún interés por la ciudad. Aunque a medida que se acerca al hotel va mirando por la ventanilla del taxi. En este trayecto Sofia Coppola ya nos ofrece una perspectiva de Tokio con el juego del contrapicado para aumentar la grandiosidad de la arquitectura moderna, un recurso que utiliza con gran habilidad y efectismo.
Poco después de llegar al hotel vemos a Bob que se encuentra ya en la habitación hotel en la que se siente deliciosamente aburrido, pues está en un lujoso hotel con fantásticas vistas sobre la ciudad y él está de espalda a las mismas. Es como si no supiera que está haciendo aquí.
También en paralelo con la anterior tenemos a Charlotte aburrida en su habitación, también sin poder dormir, también con la mismas magníficas vistas y sin interés alguno por las mismas. Aquí se nos ofrece un Tokio en picado que realza la altura de la habitación y la grandiosidad de la ciudad. Estas cuatro imágenes son fiel reflejo de como la directora en-foca la película; la toma de imágenes que van dando pie a una alternancia de imágenes, que se lleva de forma no agresiva al espectador, sino que se trata de ir mostrando más que demostrando, poco a poco, de qué va la película. En primer lugar parece oportuno transcribir la sinopsis de la película IMDb: “Bob Harris is an American film actor, far past his prime. He visits Tokyo to appear in commercials, and he meets Charlotte, the young wife of a visiting photographer. Bored and weary, Bob and Charlotte make ideal if improbable traveling companions. Charlotte is looking for "her place in life," and Bob is tolerating a mediocre stateside marriage. Both separately and together, they live the experience of the American in Tokyo. Bob and Charlotte suffer both confusion and hilarity due to the cultural and language differences between themselves and the Japanese. As the relationship between Bob and Charlotte deepens, they come to the realization that their visits to Japan, and one another, must soon end. Or must they?” En este punto es ya oportuno de explicar como uno ve al título de la película, que está lleno de significado, un significado que va más allá de la simple descripción. La traducción literal del título al castellano es válida, aunque en apariencia no dice gran cosa, puesto que la directora justifica el título porque trabajando en la película en Japón se perdía en la traducción de los intérpretes, pues le parecía que los japoneses decían más cosas que las que a ella le decía la intérprete, lo mismo que ella hace en la escena donde a Bob está en la filmación de un anuncio de whisky. En dicha escena, el director de la filmación habla mucho y a gritos con largas instrucciones a la intérprete, mientras que Bob sólo recibe de la intérprete una frase, lo cual, lo deja perdido en la traducción. Sin embargo, esta explicación de la propia directora no convence. Bob y Charlotte son dos almas gemelas porque a pesar de los muchos puntos que les separan, estas diferencias no evitar que en Tokio se den coincidencias. Están perdidos en la traducción pero no se trata de la lingüística, que también, se trata que en esta ciudad que no conocen, que no entienden su lengua, su cultura, su manera de hacer, sus diversiones, esto es, en la que todo les resulta ajeno. De ahí que sus respectivos sentidos de la identidad se han vaciado, por lo que sucumben al aburrimiento, al desaliento. Como no es una película francesa el aburrimiento no es del tipo existencialista, no se explica en palabras filosóficas, se explica con imágenes, puesto que esto es cine, cine de verdad. No es aquel cine de textos, como en el teatro, dominaba la palabra sobre la magia de la imagen. Por esto, mientras estas dos almas no se han encontrado el expectador va siguiendo sus movimientos por separado pero de forma que dé la ensación de sincronía. Así en las imágenes que tenemos a Bob en la filmación del anuncio para un whisky; Bob hace el trabajo con el único interés de embolsarse dos millones de dólares. Mientras Charlotte toma el metro como una forma de escapar del aburrimiento en el hotel porque su marido está trabajando. En esta salida Charlotte es filmada con cámara al hombro lo que da al espectador cercanía a la actriz, esto es, como si el espectador fuera con ella en el metro, hay cierta intimidad entre ella y el espectador. Mientras Charlotte se pasea triste por Tokio después de hablar con su marido que está más por el trabajo que por ella. Este paseo es de especial belleza y donde la cámara de Sofia Coppola demuestra su talento, pues para reforzar la pequeñez del paseante o la paseante, en este caso, nos ofrece las imágenes del Tokio más moderno en picado y contrapicado, alternadamente. La llovizna hace que el color dominante sea el gris; mientras que Charlotte, como si se tratara del caparazón de tortuga, anda refugiada bajo un paraguas. Una imagen de especial belleza a pesar de su aparente normalidad.
Mientras una masagista del hotel intenta seducir a Bob en una escena que la apatía del él convierte la escena en cómica, pero que es una maniffestación más de que él no está para nada de lo que le rodea. Su escapada a Japón es económica pero también contiene cierte hastío, que, a pesar de lo anteriormente apuntado en este texto nos da una cierta sensación existencialismo, pero más cercano al famoso texto de Albert Camus. Sabido es que los bares de los hoteles son estos espacios anónimos cuya finalidad en todo el mundo es dar cobijo a los corazones solitarios que viajan, en los que el alcohol o la música juegan un papel importante. Por razones similares también son un lugar para que los hombres de negocios firmen contratos. Es precisamente en el bar del hotel, donde están alojados Bob y Charlotte, que ambos se ven por primera vez. Bob está solo en la barra con un whisky y Charlotte está con unos amigos; la cámara alterna entre los dos porque el diálogo que mantienen es la mirada, pero ella da el primer paso al enviarle, por medio del camarero, un vaso de whisky. Este encuentro a distancia es seguido por otros encuentros en los que conversan y se explican qué hace cada uno en Tokio. Esto es, se cuentan sus inseguridades, su aburrimiento, que según se va viendo viene de lejos y Tokio actúa de catalizador para reforzar y visualizar claramente este aburrimiento. A ella la hemos visto con un libro de autoayuda y él hablar de su vida familiar actual como un desastre. En estos planos Bob adopta un papel que parece distante para disimular sus emociones, la apatía que le produce todo lo que le rodea; mientras que ella, por ser más jove, es más espontánea. Así, los comentarios de Bob suelen tener un toque de cinismo, como cuando le dice que quiere organizar una fuga de presos y que necesita un cómplice, debemos entender que quiere fugarse del hotel y de no trabajar más en el anuncio del whisky, pues está más bien harto de las exigencias del director, que como habla siempre en japonés no puede saber qué es lo que realmente dice. A pesar de las diferencias de edad ellos dos cada vez se ven más. A los dos les cuesta dormir, por lo que más de una vez se encuentran por el hotel. Otro aspecto interesante del uso de la cámara es cómo nos va mostrando de manera continuada la mirada del actor, es decir, que la cámara enfoca al personaje y luego el objeto mirado. Así, sin hacerlo explícito el espectador va entrando en el personaje porque actor y espectador ven el mismo objeto sincrónicamente. Al mismo tiempo va aumentando la complicidad entre estas dos almas gemelas y aumenta la inmersión de los en la gran ciudad. Lógicamente es ella que arrastra a él a entrar en lugares que él solo no hubiera entrado, como en los salones llenos de juventud en que estos bailan o cantan ante una máquina y los dos terminan compartiendo una fiesta con japoneses desconocidos. No obstante, al margen de esta “noche loca” cabe señalar con los diálogos entre ambos están hechos de silencios más que de palabras, en la qué él siempre es más circunspecto, de ahí que dé la sensación de una actitud distante, fría. Esta conducta la mantendrá prácticamente hasta el final. En cualquier caso quien hace los acercamientos es la joven, desde el vaso de whisky que le envió al principio como cuando al final de esta noche puso la cabeza sobre el hombro de Bob. La soledad busca la soledad del otro porqué solo así se sublima y se amortigua la propia. Además esta soledad reclama en silencio la soledad de los dos, por esto están solos cuando ella puso la cabeza en su hombro. Todo en silencio..
Esta película, que no es un filme falado, sino que está hecha imágenes, el silencio, como también la música juegan un papel determinante. Incluso hay momentos que las palabras casi o no se oyen, se susurran. Sin olvida que una imagen silenciosa es una imagen pura. Una de las escenas más sugerentes de la película es cuando ella paseando por el hotel y huyendo de una estúpida y antigua amiga de su esposo llega a un espacio donde unas japonesas ataviadas con el vestido nacional están preparando unos ramos de flores. Estas mujeres invitan amablemente a Charlotte a colaborar y ella hace unos intentos, pero no se ve capaz de hacerlo bien y se va decepcionada de sí misma, mientras debe pensar que estas japonesas están muy satisfechas de su labor, una labor sencilla pero que da sentido a sus vidas, mientras ella que se ha graduado en filosofía y depende de un pincha-discos frívolo y trivial. Su vida está vacía, esto es lo que ha descubierto en Tokio. En cualquier caso el tercer protagonista no es el esposo de Charlotte ni el equipo anunciante del whisky en el que trabaja Bob, es el paisaje imponente de Tokio. Las imágenes que Sofia Coppola ha seleccionado sirven para intensificar la impotencia y pequeñez de Charlotte y Bob ante los colosales edificios de este gigante técnico en que se ha convertido Tokio, además de la distancia que hay en el aspecto cultural. La cultura japonesa da la sensación al visitante de estar en otro mundo y todo mezclado con los anuncios de neon o leds que dan a la noche una sensación de movimiento continuo, mientras las personas y los coches con sus luces se mueven a toda velocidad. Por otro lado tenemos y entramos en sus templos en los que se respira el pasado y la tradición. Esta mezcla de vanguardismo y apabullante tecnología punta que consigue que Bob salte asustado de una máquina del gimnasio del hotel y ella se encuentre como perdida en un templo japonés. Una de las escenas más conmovedoras y que reflejan los sentimientos visibles de ambos es la que están sentados uno frente al otro y ella toma la mano de él mientras le sonríe, mientras él, después de un silencio, toma su mano pero se mantiene circunspecto como siempre. Con todo ha llegado el gran momento. Bob vuelve a casa y se despide de Charlotte sin perder la compostura. El paisaje es el de siempre, esta tierra de nadie que es el hotel. Se dice adios y nada más. Él sale para goer el taxi que le llevará al aeropuerto y ella saldrá, como tantas veces en Tokio, a pasear, triste y sola. Al cabo de poco de estar rodando el taxi, Bob ve a Charlotte por la ventanilla. Se da cuenta que anda por una calle de Tokio estrecha y llena de japoneses que andas en las dos direcciones. Charlotte está a punto de desaparecer de la vista, a punto de ser absorbida por la masa humana de Tokio, como si de un gran dragón se tratara y Charlotte desapareciera para siempre. Entonces es cuando Bob se quieta la máscara de caballero con una conducta moral intachable y se hace hombre de carne y hueso. Le dice al taxista que pare el coche y que le espere. Bob sale en su persecución, la llama y se dan un beso. Un beso distinto al de todas las películas. En el cine, especialmente en el cine clásico, el beso del final representa el inicio de un proyecto de una nueva vida para la pareja. En este filme es justo al revés. Este beso es el fin, pero que el tiempo que han pasado juntos ha valido la pena. Así cada uno vuelve a sus pasos. Ella seguirá andando por aquella calle pero sabe ahora que Bob era su alma gemela y por fin vemos a Bob sonreir de satisfacción. La vida de ambos no cambiará, pero en Tokio se ha enriquecido.