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dilluns, 24 de desembre del 2012

Las religiones populares en el Antiguo Israel y la Biblia como "minority report"

 
Introducción

Se pretende con este trabajo exponer y analizar cómo una élite del siglo VII a.C. redactó y editó la Biblia de forma organizada para hacer frente a la inquietud religiosa de la  clase urbana emergente que no tardaría en entrar en conflicto con los practicantes de la religión popular de caràcter politeista y que contaba con una diosa, cónyuge de Jehová (en hebreo יהוה «YHWH»). Estos practicantes tenían una base rural y constituían la mayoría de la población; significativamente la mujer ocupaba un papel importante en esta religión. Por otro lado la comunidad que escribía y editaba la Bibilia era monoteista y androcéntrica y su objetivo era una reforma religiosa que se fundamentara en la composición del quinto libro del Pentateuco, es decir, el Deuterenomio. De ahí que se conozca dicha operación como “reforma Deuteremonista” llevada a cabo por Josías, rey de Judá.

Se basa este trabajo fundamentalmente en los hallazgos más recientes de la arquelogía atendiendo a que la función inicial de la arqueología  era la confirmación de la veracidad de la palabra revelada, la Biblia, mientras que en la actualidad la palabra histórica procede de la arqueología en contraste con el relato histórico que suele compartir  el espacio de la creación literaria  además de estar sujeto a manipulación.

Como una cuestión de principio, cabe señalar que entendemos por Biblia la Biblia Judía o el Antiguo Testamento de los cristianos y que nos referiremos a la Torá judía como el Pentateuco, formado por Genésis, Éxodo, Levítico, Números y Deuterenomio.

La primera parte del presente trabajo tiene como base de información  La Biblia desenterrada. Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados de Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman, que se refieren a la Biblia como una compilación magistral de “escritos sagrados dotados de un genio literario y espiritual sin parangón, un relato épico entretejido a partir de un conjunto asombrosamente rico de escritos históricos, memorias, leyendas, cuentos populares, anécdotas, propaganda monárquica, profecía y poesía antigua”[1].
 

Contexto histórico

La Biblia en su mayor parte fue escrita hacia finales del siglo VII a.C. por un grupo de funcionarios de la corte, escribas, sacerdotes, campesinos y profetas judaítas dotados de la suficiente sensibilidad religiosa a la vez que por conocedores de las distintas tradiciones. Se trata de una obra maestra literaria elaborada por un pueblo pequeño, Judá, encabezado por el rey Josías, y con una gran ambición política y religiosa. Judá era vasallo de Asiria. El abuelo de Josías, Manasés, era apóstata, sincretista y pragmático lo que le llevó a cooperar con Asiria reincorporando Judá a la economía asiria en lugar de rebelarse, lo que se tradujo en una mejora para el país pero en un reino infame para los profetas.. Le sucedió su hijo Amón, asesinado por impío, y se impuso el trono a su hijo Josías, que reinaría en Jerusalén durante treinta y un años.[2]

Con la derrota de Israel frente el imperio asirio, Judá adquirió importancia convirtiéndose en una sociedad compleja gobernada por una dinastía antigua que “contaba con el templo más importante dedicado al Dios de Israel. Por tanto, a finales del siglo VIII y en el siglo VII, Judá adquirió un sentimiento de su singularidad  y destino divino. El mero hecho de su supervivencia fue para aquel reino una prueba de la intención de Dios desde los tiempos de los patriarcas de que Judá reinaría sobre todo el territorio de Israel.”[3]. Estos elementos debieron ser percibidos por Josías o sus asesores.

2 Reyes 22:2 dice así refiriéndose a Josías: “E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda.” Este elogio bíblico se explica porque Josías fue informado por el sumo sacerdote que las desgracias de Judá se debieron a que “la práctica del culto a YHWH en Judá no había sido la correcta. Josías reunió enseguida al pueblo de Judá y relizó un solemne juramento para someterse enteramente a los mandamientos divinos”[4]. A partir de este momento se inició “reforma Deuterenomista”.

Este juramento propició que las gentes de Judá se sintieran impelidas a la elaboración de la Biblia como una ensoñación romántica, pastoril y con el esplendor artificioso de grandes personajes, los patriarcas, que cabría comparar quizás con los mitos de la Grecia micénica. Así se crearon leyendas sobre el nacimiento de los pueblos   entrelazadas con las preocupaciones del momento. Se trata de la historia más temprana de la nación: la llamada “Historia Deuteronomista”, que “trata de los sucesos acaecidos en siglos más recientes, haciendo especial hincapié en la idea panisraelita, en la protección divina del linaje davídico y en la centralización del culto en el Templo de Jerusalén”.[5]

Jerusalén, por su situación geográfica no había sido hasta entonces la ciudad más importante, pero tenía a su favor el templo indiscutible que le daba sentido religioso y nacional por lo que el culto debería centralizarse en el Templo de Jerusalén. El rey Josías aparece cuando Judá vive su grandeza. Se explica así que el rey organice una reforma ideológica y religiosa, que lleve una política beligerante contra los cultos no yahvistas y que recurra  a las figuras de David y Salomón bajo el Templo de YHWH;  el rey Josías debió pensar que “Si el pueblo decide cambiar su conducta y vuelve a vivir como un pueblo santo alejado de ídolos y seducciones extranjeras, YHWH vencerá a todos sus enemigos y le dará reposo y satisfacción eterna dentro de su Tierra Prometida.”[6]

A pesar del fervor religioso del pueblo de Israel, Josías (c. 649-609 a.C.) encuentra la muerte en su lucha contra Egipto y años después Nabucodonosor conquista Jerusalén y destruye el templo de Salomón y las murallas. Se produce pues un vacío político y demográfico a la vez que se realiza una penetración significativa de poblaciones de lengua árabe.

Religión

La eterna búsqueda de la trascendencia se ha relacionado con un comportamiento ético, cuyo objetivo es satisfacer a los dioses o a un solo dios. En un nivel altamente teórico y moral, en el pueblo de Israel se construyó el concepto del temor de Dios y del amor a Dios. Esta percepción del hecho religioso se ajustaba a la religión de la “reforma Deuterenomista”, cuyo objetivo era satisfacer al Dios único para que éste protegiera a su pueblo, pues se vinculaba un dios-una nación. En consecuencia esta religión devino la de la élite, oficial, nacional, monárquica y eclesiástica.

Existía por otro lado la religión popular despreciada por ser emotiva, ritual, marginal, individual, profana y politeísta o herética. Esta religión respondía a las necesidades más vitales del pueblo. De ahí que “ancient religions were largely about brute survival, only after which might one indulge in reflection on what it all meant.”[7] El pueblo siempre vivió con la duda sobre la viabilidad del estado, ya que la vida era pobre y políticamente  caótica.  Así leemos que “The few true elites were probably found among a few large landholders and in Jerusalem, in court and priestley circles (those who wrote the Bible) […] These  social inequalities in ancient Israel help explain the message of the great 8th-7th century B.C. prophets and their call for social justice”[8].

Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: «¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?» Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.

                                                                                           Amós 8:4-7

 
La religión popular era la de la inmensa mayoría de la población. Los pueblos y aldeas en el antiguo Israel se establecieron cuando casi toda la población era agrícola, pero a pesar de que este mundo pueda parecer cerrado y pegado a la tierra las creencias circulaban de forma que en la ciudad de Uruk, Baja Mesopotamia, se escribió ca. 2400 a.C. el Poema de Gilgamesh, que dice: “¡Sube por la escalera de una época pasada, acércate a Eanna, sede de Ishtar la diosa, que ningún rey posterior pudo nunca copiar”[9] Precisemos que Eanna era el principal y sagrado barrio de Uruk, que estaba “consagrado a Inanna, más tarde conocida como Ishtar, diosa de la fertilidad y del amor”[10]. Por otra

Vaso de Uruk (parte). Con el nº 2 la diosa Ishtar
 parte leemos: “The “The Queen of Heaven” is usually identified as Astarte (or Ishtar, another name for the Mother Goddess; Ackermann 1992), but that name is relatively rare in the biblical texts”[11]. Vemos pues que con un cambio de nombre esta diosa de Uruk llega a Israel. La citada Ackerman relaciona Ishtar con la diosa Diana de los griegos, lo que da prueba de que este concepto religioso viajó por el Mediterráneo oriental con cierta facilidad dando un sentido de universalidad a las religiones populares. 

Religiones populares

Las religiones populares son aquellas que de una manera no organizada[12] han ido hilvanándose en distintos lugares de la geografía atendiendo a la inquietud ante la incertidumbre de la vida, la supervivencia: “Worshipers implored the gods for life, health, properity, and progeny, ofering what they had and hoping for the best.”[13] Estas religiones no están sujetas a un libro o a una jerarquía, sino que contrariamente fue la misma comunidad que realizaba las tareas de culto: “The only thing nonconformist about such local family cults is that they were local, not connected with the Temple in Jerusalem – or, more ofter, the wife and mother of the household”[14]. En el mundo rural las prácticas de la religión popular no se podían calificar como no-javistas. Se trataba tan sólo de un acercamiento alternativo a la divinidad, pues desde tiempo inmemorial hacían votos y ofrendas como forma de reconocimiento de los favores recibidos. Estas ofrendas solían ser objetos de cerámica pues la plata y el oro resultaban caros. Otro aspecto a señalar es que las religiones populares no solían tener un lenguaje trascendente, sino que para hacer frente a las inmediateces de la vida, la magia tenía un peso muy importante en la cultura agrícola, sea para conseguir una buena cosecha o para tener hijos sanos. Explica este hecho la gran abundancia de figurillas y de amuletos encontrados en las excavaciones. A este respecto la Biblia, en el Deuterenomio (18) es contundente en este pasaje, que es tardío, final s. VII, principio s.VI, es decir al final de la monarquía. Dice así: 

:9 Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones.
18:10 No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero. 
18:11 ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos.
18:12 Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti.
18:13 Perfecto serás delante de Jehová tu Dios.
18:14 Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios.

Los escritores y editores de la Biblia se tomaron arduo trabajo en demonizar la magia,  pero ésta subsistió desde la cultura cananea, por ello en dicho pasaje se abomina de las influencias extranjeras en la religión popular. En I Samuel (9:9) leemos:

9:9 Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.

El hecho es que en la Biblia hay demonología, exorcismo, adivinación, oráculos,  interpretación de sueños, astrología, bendición y maldición, así como los llamados “milagros”. Ni que decir tiene que todo ello responde a una lógica, la visión del mundo en el sentido científico no era racional y hacía falta explicar cómo son las cosas, por lo que la religión o la magia se encargaron de esta labor, a no ser que uno se acogiera a las explicaciones metafísicas[15].

La arqueología en las religiones populares

La historia se fundamenta en textos y restos que nos sirven para ponderar creencias y hechos, pero no debe escapar al lector que los artefactos también nos hablan de las creencias. El problema de fondo está en la atrevida manipulación que se hizo con la llamada “Historia Deuterenomista”: así leemos: “it would not be misleading to say that real religions of ancient Israel consisted precisely of all the things that the prophets condemned, all of them incidentally illustrated by archaeological discoveries, as we shall see.”[16] No obstante, esta generalización es arriesgada porque hay excepciones, como fue el caso del ya citado Amós, que era un pastor cuando la mayoría de los profetas eran elegantes hombres de la élite y los pastores eran analfabetos en su mayoría.

El contraste entre la  “religión del libro” y la “religión del pueblo” es que en la primera “all the textual sources suffer from the deliberate selectivity”[17] y se ha convertido en un objeto de culto, ha sobrepasado la función de ser una luz para el judaismo para convertirse en un texto de culto; de forma que la religión del pueblo tiene el rasgo de la autenticidad, puesto que “even uneducated and unsophisticated people in the countryside, did have religious ideas and beliefs. However vague and inarticulate these beliefs have been, they informed their religious practices.”[18] Como señala el autor de estas palabras muchas de estas ideas y creencias religiosas proceden de la antigua tradición oral que se remonta a los principios de la Edad de Hierro (ca 1200 a.C.) del pueblo de Israel, que puso los fundamentos de lo que llegaría a ser la “religión del libro”.

Bãmôt, Lugares Altos

Eran altares esparcidos por todo el país a los que se acudía para ofrecer sacrificios en las fiestas y otras celebraciones, muchos de ellos bastante más antiguos que el salomónico Templo de Jerusalén. Estos lugares eran sagrados, pues allí se encontraba Dios. La desacralización o abolición de estos lugares fue una profanación impensable hacia la Deidad a ojos de la mayoría del pueblo[19]. Esto explica que en 2Reyes leamos: “11:18 Y todo el pueblo de la tierra entró en el templo de Baal, y lo derribaron; asimismo despedazaron enteramente sus altares y sus imágenes, y mataron a Matán sacerdote de Baal delante de los altares. Y el sacerdote puso guarnición sobre la casa de Jehová.” El sacerdote jahivista hizo matar a Atalía y destruir los altares (Bãmôt). Baal era un dios de Oriente Medio con influencia entre los cananeos, israelitas y otros pueblos. Se trata pues de un claro ejemplo de religión popular en la que, como vemos, se da el politeísmo. Pasajes bíblicos como éste daban pábulo a la reforma josiánica; a la vez que los hechos son reflejo de un antagonismo social.

Mãssêbôt, soporte

Estos soportes son piedras erigidas que sirven para varias funciones y ciertamente aparecen también en los textos bíblicos, pero son reminiscencia del culto cananeo quedando prohibidos en la reforma del s. VII a.C., pero su uso se mantuvo en la religión popular pues para muchos YHWH no estaba tan sólo en el Templo de Jerusalén, sino también en todas partes. Esto explica la importancia de su presencia en el ámbito doméstico. No tienen un carácter de ídolo, simbolizan la presencia de la deidad; sin embargo, la presencia de estos soportes en el ámbito familiar  indica que el poder de los dioses no se ha minimizado a pesar de que sean piedras o estelas más pequeñas, pero que cabe suponer más íntimas.[20]

Familia y Santuarios Domésticos

Una de las facetas que dan más significado al contenido esencial de la religión en el aspecto más íntimo de la persona, tanto devocional como emocional, es su práctica en el ámbito doméstico. Precisamente por realizarse en la intimidad del hogar, en el escondrijo[21], le da mayor  autenticidad. En este sentido es ilustrativo el párrafo siguiente: “The discovery of home shrines such as the one at Tell Halif and at other sites suggests that the family worship continued even in the urban setting. Jeremiah describes it well”[22]:

7:17 ¿No ves lo que éstos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. 7:18 Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira.
 


Arriba dibujo del espacio sagrado dentro de una casa cuyo yacimiento se encontró en lo alto de la colina de Ai cercana a Jerusalén, s. XII-XIII a.C.: unos bajos alrededor de las paredes, en el que se encontraron vasos de cerámica; algunos se ajustan en lo alto del lugar de culto, un soporte cilíndrico con “ventanas” abiertas alrededor y una enigmática fila de pie humano abajo, dos figuras de animales y pequeñas piezas de joyería.[23]



Arriba el dibujo de parte del yacimiento que se excavó en Laquis, s. X a.C. Es una pequeña habitación con bancos bajos alrededor de la pared. Un soporte para ofrendas y un altar de cuatro cuernos.[24]

La característica principal de los santuarios domésticos es que pertenecen al ámbito de la mujer. La mujer es la que cuida del espacio doméstico, más interesada en mantener una práctica común, familiar y tradicional que de seguir la ideología del estado, es decir, más cerca de la vida real que de los textos.


Figurillas como las de arriba se han encontrado en muchísimas excavaciones hasta el punto de que los propios arqueólogos han perdido la cuenta y si el contexto es la gramática del lenguaje arqueológico, cabe decir que se han encontrado en toda clase de contextos, casi todos domésticos: en las casas, cisternas, pozos, montones de basura y en desechos de toda clase; muy raramente en los depósitos de las tumbas, así como tampoco en los contextos claramente de culto. Se puede casi afirmar que estas figurillas femeninas pertenecen más al mundo doméstico que al de la comunidad, están mucho más relacionadas con las actividades de la vida, como los decesos y los funerales, es decir, todo lo relacionado con la religión familiar.

Si se trata en la práctica de una religión familiar, resulta evidente que quien más involucrado está es la mujer. Como quiera que estamos tratando de una religión y un libro androcéntrico, este protagonismo de la mujer era rechazado por las autoridades religiosas. De ahí que en el Genesis (31:33-35)[25] leamos:

31:33 Entró Labán en la tienda de Jacob, en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los halló; y salió de la tienda de Lea, y entró en la tienda de Raquel.
31:34 Pero tomó Raquel los ídolos y los puso en una albarda de un camello, y se sentó sobre ellos; y buscó Labán en toda la tienda, y no los halló.
31:35 Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos.

Este pasaje tiene varias implicaciones sobre las imágenes de los dioses en la literatura patriarcal: 1.- Hay una pluralidad de representación de deidades. 2.- Están asociadas a una vida nómada por lo que eran portátiles. 3.- Representan deidades ancestrales (o la deificación de los ancestros) del clan, de continuada presencia en el grupo familiar, de tal forma que eran un importante patrimonio o posesión familiar. 4.- Eran lo suficiente pequeñas para poderse esconder en la falda de una mujer. 5.- Posiblemente estaban bajo la custodia de las mujeres principalmente.

Todo ello explica la feroz polémica llevada a cabo contra la idolatría llevada por Isaías y Jeremías. A título de ejemplo veamos lo que dejó escrito Jeremías (10:3,4):[26]

10:3 Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. 10:4 Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva.
 
El autor no sólo ataca lo que entiende por idolatría, sino que además hay un toque de desprecio hacia el pueblo, hacia los que muy posiblemente eran agricultores analfabetos. Por otra parte leemos: “the biblical writers and editors knew very well what the female figurines represented and therefore they deliberately suppressed any reference to them. They did no wish to acknowledge the popularity and the powerful influencd of these images, much less to enhance them by talking about them” “(Don’t speak of the devil,” as the saying goes)”. La cuestión es clara: por parte de los profetas o funcionarios del estado había que tener un discurso coherente, directo e intimidatorio, posiblemente también coercitivo.[27]
 
Al fijarse en estas figuritas, no deben verse los pechos como “objeto sexual”, ya que en el mundo antiguo estaban asociados a su función básica: la alimentación de un recién nacido, cuya vida depende en gran manera de que la madre tenga suficiente leche. De ahí que estas figuritas puedan ser consideradas talismanes , magia , para dar suerte y vida al futuro recién nacido, explicación suficiente para entender que “Women could venerate female deities”[28].

Como estamos en una sociedad aparentemente monoteista puede sorprender la popularidad de la diosa, Asherah, pero William G. Dever dice aplaudir el modelo que sugiere el catolicismo[29] cuando ve que las mujeres piadosas cuando están ante una estatua de la Virgen María no adoran a un ídolo, sino que su plegaría a la Virgen las aproxima a Dios. Estos símbolos son –escribe Deyer- potentes ayudas para la plegaría. Los sofisticados sacerdotes pueden no necesitar esta ayuda, pero la toleran de la misma manera que debieron tolerarla los maridos de la historia que nos cuenta Jeremías. Este argumento de la adoración de la Virgen María explicita el que la Virgen María tuviera el epíteto de “Madre de Dios”.[30] El catolicismo utiliza la Virgen María para reforzar el valor de la maternidad, pero no es la primera religión en hacerlo ya que “whatever her name means, her usual titles are “Lady Asherah” and “Mother of the Gods”. She is thus a sort of venerable matron, one who often intercedes with her husband El on behalf the younger deities”[31]. Como vemos ambas “madres” tienen la función de interceder. En lo tocante a la adoración se da el mismo paralelismo, a veces se tacha a la beatas de idólatras por adorar un pedazo de yeso que representa a la Virgente María; así leemos en el Deuterenomio (12:2): “Destruiréis enteramente todos los lugares donde las naciones que vosotros heredaréis sirvieron a sus dioses, sobre los montes altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso.” El redactor bíblico sabía que un árbol era el símbolo de Asherah. No podemos dudar de que la  riqueza y la fertilidad de un árbol frondoso es la mejor manera de simbolizar a la “Madre de los Dioses”. En Europa también hay tradiciones de veneración al árbol.[32]

Soporte de culto u ofrenda


Soporte de ofrenda, con cuenco separable; Megido, XI a.C.
 
Es un artefacto que se ha encontrado en muchas excavaciones. Suelen ser de terracota  y están fechados entre el XII y VI a.C. Curiosamente no se citan en la Biblia, lo que les da cierta autenticidad de ser exclusivos para la religión popular. La parte alta de los mismos suele estar decorada con motivos iconográficos. El cuenco de la parte superior es separable de la columna que lo sostiene. Las ventanillas son para el incienso.[33]

                                                   

 

 
Las fiestas

Había una gran variedad de fiestas, que de alguna forma seguían el calendario litúrgico, pero no siempre las fiestas eran aprobadas por los profetas, se daban situaciones como la que leemos en el Éxodo:

32:18 Y él respondió (Josué a Moisés): No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo.
32:19 Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte.-
32:20 Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel.

Manipulación bíblica

El origen de la religión popular y el de la Biblia están en Ugarit. En esta ciudad cananea se hallaron en 1928 tablillas que contienen textos religiosos del segundo milenio a.C., entre los cuales se encuentran las reminiscencias del Pentateuco y aparece el dios “El” que luego será YHWH. Véase la transcripción bíblica del texto cananeo.

Tablilla de Ugarit: Abraham va a Berseeba, un antiguo centro tribal y santuario, donde él adora a un árbol, hace un juramento a Abimelech y “llama con el nombre de El-Olam”. En hebreo õlãm significa “eterno”. Conviene recordar que en los textos cananeos de Ugarit el dios “El” tiene el epíteto de “Padre de los Años”[34], pues en Genesis (21:33) por el mismo suceso leemos: Y plantó Abraham un árbol tamarisco en Beerseba, e invocó allí el nombre de Jehová Dios eterno.

A pesar de la insistente oposición de los escritores bíblicos al politeísmo, no pueden negar su existencia, aunque se trate de los Diez Mandamientos, de  tal forma que en el Éxodo (20:3) leemos: No tendrás dioses ajenos delante de mí,   reconocimiento explícito de la existencia de otros dioses si bien se pide que sólo se adore a uno de ellos.[35]

Asherah

La palabra hebrea ãshêrãh aparece más de cuarenta veces en la Biblia, lo cual sugiere a la conocida Madre Diosa Asherah de la cultura cananea, cuyo origen se encuentra en el s. XIV-XIII a.C. en Ugarit, en la costa de Siria, como Señora Ashera del Mar que significa “Ella la que pisa y subyuga la mar” y en su culto se la vincula como consorte de “El”, la principal deidad masculina del panteón. Sin embargo, la voz ãshêrãh significa palo de madera o incluso árbol viviente. Como es de suponer, la reforma ideológica del s. VII a.C. no admitía esta influencia cananea, de ahí que I Reyes (18:19) señale “15:13 También privó a su madre Maaca de ser reina madre, porque había hecho un ídolo de Asherah”. Tampoco es casual que quien hizo de Asherah un ídolo fuera una mujer al igual que el concepto de la palabra “ídolo” en lugar de una representación. Por otra parte leemos: “Originally the biblical writers were embarressed by the notion of a “Hebrew Goddess”, but they could not condemn her and her cult without tacitly, but covertly, acknowledging her existence. Still, the less said the better!”[36]. Sin embargo, algunos escritores hacen una censura que se podría comparar con el Newspeak orwelliano. Para no citar a Asherah, el nombre se transformó en el de una deidad de Arabia, Ashimah, de fonética parecida, pero en el momento de editar la Biblia en lugar de “Ashimah de Samaria”, que es el epíteto, leemos en Amós: “8:14 Los que juran por el pecado de Samaria, y dicen: Por tu Dios, oh Dan, y: Por el camino de Beerseba, caerán, y nunca más se levantarán.”, es decir, “Ashima de” por “pecado de”. Podría pensarse que fue un error del profeta dado que la palabra “pecado” (ãshãm) tiene un gran parecido con ãshîmãh. 

Que los israelitas adoraron a otras deidades además de YHWH es obvio no sólo por las fuentes bíblicas sino por la evidencia arqueológica y paleográfica[37], de lo que da fe el yacimiento de Kuntillet ‘Ajrûd, en el Sinaí, donde se han encontrado  varias inscripciones en hebreo, como la que sigue:  


A (J)ehová (de) Teiman (Yemen) y a su Ashera(h)

Aparece también una inscripción larga que termina así: “Yo te bendigo por Jehová de Samaria y por su Asherah”.





                                                          
En este mismo yacimiento se han encontrado estos dibujos: a la derecha tenemos la esbelta y delgada palmera, casi fálica, entre dos cabras salvajes, un motivo relativamente común en la iconografía temprana de Canaán y un gran león, que puede ser un toro; a la izquierda una escena que recuerda un famoso motivo fenicio de una vaca amamantando a su ternero.  (idéntico al motivo del s. XIX-VIII a.C. grabado sobre marfil); y lo más importante, dos hombres cogidos del brazo, y fuera sentada una figura femenina. Nuestro arqueólogo se pregunta: “The seated female figure to the right is even more intriguing. Who is she?, “Our Lady of ‘Arjrûd”? I proposed in 1989 to identify her with the goddess Ashera, who is of course specifically mentioned in the Hebrew text at the top of the scene”.[38]

La única diosa cuyo nombre está verificado en la Biblia o en el antiguo Israel es Asherah. En el temprano Canaán, la Gran Diosa pudo ser una deidad cósmica conocida  supuestamente bajo varios nombres: Aherah; ‘Anat; Astarte; o Ba’alat o Elath (las formas femeninas de “Ba’al” y “El”). No obstante en los tiempos israelitas, sólo sobrevivía el nombre de Asherah. Astarte (“Ishtar”)[39].

Gracias a las excavaciones realizadas en Palestina a partir de 1920 se han encontrado un gran número de figurillas que debieron tener la función de amuleto o talismán. Unas, que se han fechado s.X-IX a.C., representan un nudo femenino con cabello largo, sus brazos a los lados o sus manos en los pechos, aparentan ser la continuación de la tradición cananea de la Edad del Bronce y pareciera que sean votivas. La mayoría de los expertos apuntan a que se trata de la diosa Asherah de la  Edad del Bronce tardía, especialmente aquellas figurillas que lucen  una peluca al estilo de la diosa egipcia Hathor, que en los textos se iguala claramente a la levantina Asherah.

Asherah
Qudshu, Holy the One
                                
La “religión del libro”

En el texto precedente hemos otorgado una cierta preferencia a las religiones populares, aunque al efectuar la comparación con los textos bíblicos, en buena medida nos hemos referido a ambos.

Sobre la existencia del salomónico Templo de Jerusalén, el trabajo de campo realizado en la “Jerusalén bíblica no ha proporcionado pruebas significativas de haber estado ocupada en el siglo X. No sólo se echa en falta cualquier signo de arquitectura monumental, sino también simples fragmentos de cerámica,”[40]. Asimismo, leemos: “the archaeological evidence now in hand removes any doubt that such a building once existed.”[41] Tal es la afirmación de prestigiosos arqueólogos con opiniones opuestas sobre el templo, por lo que debemos inferir que debió construirse, pero se ignora cuándo. En cualquier caso, es interesante señalar que el templo fue de estilo fenicio porque los israelitas no tenían tradición en la construcción de templos. Así   pues todo el personal que intervino en la construcción fue fenicio e, inevitablemente, no fue tenido en cuenta por los hebreos.[42]

Digamos que la “religión del libro” es también la del templo porque es la del estado; sin embargo, no fue lo que suele ser el templo principal de un país: una extensión de la plaza pública. El templo de Jerusalén era un símbolo conspicuo que proyectaba la prosperidad del nuevo estado, el poder, el prestigio entre las naciones y centro de la unidad nacional del dios Jehová de Israel. El Templo se hallaba jerárquicamente por encima de todas las demás instituciones religiosas y a la vez se convertía en el lugar de culto de la realeza bajo supervisión eclesiástica. El templo legitimaba la autoridad del rey como representante designado por Jehová; era la capilla real donde oficiaban el rey y los sacerdotes. Se trataba de un potente símbolo donde la mayor parte del pueblo no entró nunca y dado que la población era mayormente campesina, ésta no vio ni su exterior: “the Jerusalem Temple was never the center of religious life; and “covenant theology” developed only late and probably never affected the religious practices of the majority”.[43]

La “reforma Deuteremonista” se sostenía sobre dos “monumentos” religiosos, que constituían, en primer lugar, el Templo de Jerusalén, que se utilizaba “not to house public religious rituals, but to legitimate the authority of the king as Yahweh’s designated representative”, es decir su uso se reservaba a una minoría y a la vez “The Solomonic Temple was no doubt a potent symbol. But how real was it to most Israelites, especially the majority who lived outside Jerusalem and rarely even visited the city?...It represented an ideal forced upon the public, many of whom probably resented its overpowering image”[44]. El segundo “monumento” fue indiscutiblemente la Biblia. Fue una obra hecha por una minoría, así pues “the prophets, in their outspoken opposition the polytheistic folk religion, were indeed a minority”[45]. 
La “religión del libro” es por excelencia el resultado de la  “reforma Deuteremonista”, consecuencia del estado y de  la  aparición de una nueva clase urbana y privilegiada, de la que emergió una elite que chocó con la clase rural que practicaba la religión popular a la que quería imponer sus propios intereses. Una de las imposiciones que dio lugar a ofensas fue la represión del politeísmo, lo que significaba aplastar los valores tradicionales de la familia; la imposición de un Dios único, decididamente macho, celoso, exigente y vengativo, esto es, con las mismas cualidades de los autores de la Biblia. Se trataba de dominar el culto y controlar “su” dios. Así Asherah fue marginada y con su desaparición fue silenciada la voz de las mujeres .[46]

 Conclusión

La historia de Israel en el siglo XIX y en la primera mitad del XX se basa en la Biblia y en algunos artefactos que la arqueología había depositado en los museos. Para elaborar este trabajo hemos recurrido a las lecturas en las que se reflejan los hallazgos de las excavaciones arqueológicas realizadas a partir, aproximadamente, de mediados del siglo XX. Los objetos en el museo muestran una cultura material descontextualizada, como palabras desordenadas e ininteligibles, mientras que los artefactos en el yacimiento, por estar en su contexto, generan una gramática que ofrece al arqueólogo un texto legible. En este sentido es espectacular, por significativo, el yacimiento de Kintillet ‛Ajrud; sin embargo, lo que es revolucionario para la historiografía es que gracias a las nuevas técnicas que permiten el estudio en el  yacimiento mismo han dado como resultado que se disponga en la actualidad de más información arqueológica que la suministrada por la Biblia. Este vuelco ha permitido apreciar que los dos monumentos citados en el párrafo anterior, el Templo de Jerusalén y la Biblia respondían a la necesidad de afirmarse como pueblo diferenciado y ganarse la gracia de YHWH y el respeto de los pueblos vecinos; además de una manifiesta declaración de autoridad, pues la “reforma Deuteronomista" dio lugar a la persecución tácita de la religión popular como reflejo del conflicto campo-ciudad, pueblo-élite, mayoría-minoría, débil-poderoso.

La religión popular era politeísta y además existía una diosa, Asherah, esposa de YHWH. Para el pueblo era su intercesora, y como tal, tenía más predicamento entre las mujeres, es decir, la mitad de la población rural. Esta feminización de la religión popular y tradicional no era aceptable para las élites políticas y religiosas que debían dejar claro el monoteísmo de un dios, nunca de una diosa, como mejor justificante del androcentrismo jerárquico en todas las facetas sociales. “The folk religion, or “popular religion” that we are trying to reconstruct here, despite its major emphasis on women’s cults and their role in family rituals, was the religion of nearly all men as well. At least it was for all except the fraction of 1 percent of men who happened to have written the Bible. They were folk too.”[47]. Todos estos elementos nos hablan de que la Biblia fue la reforma de una minoría a favor de una minoría; como cita William G. Dever “the Bible is a minority report”.[48]



[1] FINKELSTEIN, Israel y SILBERMAN, Neil Asher: La Biblia desenterrada. Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados. Siglo XXI. Madrid. 2005. p.1
[2] Ibid. pp. 298-300
[3] Ibid. p. 49
[4] Ibid. p. 305
[5] Ibid. p. 52-3
[6] Ibid. p. 187
[7] DEVER, William G.: Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion in Ancient Israel. Eermans. Michigan, 2008: p.
[8] DEVER, William G.: Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion in Ancient Israel. Eermans. Michigan, 2008: p. 16
[9] GEORGE,Andrew, versionador:La epopeya de Gilgamesh.Debolsillo-Mondadori.Barcelona.2008. p.94
[10] MONTERO FENOLLÓS, Juan Luis: La primera ciudad de Mesopotamia Uruk en “Historia National Geographic. Nº 100. Barcelona. P. 40
[11] DEVER, William G.: Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion in Ancient Israel. Eermans. Michigan, 2008: p. 179
[12]“There is no evidence in premonarchical Israel of any organized religious leadership, especially of an established priesthood” DEVER, William G.: Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion in Ancient Israel. Eermans. Michigan, 2008: p. 273
[13] Ibid. p. 122
[14] Ibid. p. 122
[15] Ibid. p. 126-7
[16] Ibid. p. 67
[17] Ibid. p. 75
[18] Ibid. p. 90
[19] GORDIS, Robert: Sectional Rivalry in the Kingdom of Judah. The Jewish Quarterly Review. The University of Pennsylvania. 1935. p. 239
[20] DEVER, William G.: Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion in Ancient Israel.    Eermans. Michigan, 2008: p. 118-9
[21] Como decía Santa Teresa de Jesús
[22] BOROWSKI, Oded: Daily Life in Biblical Times. Society of Biblical Literature. Atlanta. 2003: p. 54
[23] DEVER, William G.: Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion in Ancient Israel.    Eermans. Michigan, 2008: p. 116-7
[24] Ibid. p. 116-7
[25] Ibid. P. 180-1
[26] Ibid. p. 183
[27] Ibid. p. 184
[28] Ibid. p. 191
[29] Nacido en Louisville, Kentucky, E.E.U.U. y educado en el protestantismo.
[30] DEVER, William G.: Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion in Ancient Israel. Eermans. Michigan, 2008: p. 191
[31] Ibid. p. 210
[32] El árbol de Navidad del norte sustituyó al pagano dios sol y el catalán “caga tió” se relaciona con la fertilidaad del solsticio de invierno.
[33] Ibid. p. 120-1
[34] DEVER, William G.: Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion in Ancient Israel.    Eermans. Michigan, 2008: p. 252-9
[35] Ibid. p. 263
 
[37] BOROWSKI, Oded: Daily Life in Biblical Times. Society of Biblical Literature. Atlanta. 2003: p.25
[38] DEVER, William G.: Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion in Ancient Israel.    Eermans. Michigan, 2008: p. 162-3-4-5.
[39] Ver el final del capítulo “Religión” a propósito de la La epopeya de Gilgamesh.
[40] FINKELSTEIN, Israel y SILBERMAN, Neil Asher: La Biblia desenterrada. Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados. Siglo XXI. Madrid. 2005.p.50
[41] DEVER, William G.: Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion in Ancient Israel. Eermans. Michigan, 2008: p. 277
[42] Ibid. p. 277
[43] Ibid. p. 285
[44] Ibid. p. 279
[45] Ibid. p. 286
[46] Ibid. p. 273 y 296
[47] Ibid. p. 251
[48] Ibid. p. 286 y también en Let the Stones Speak (sin fecha)  URL: