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divendres, 21 de maig del 2010

“Las acusaciones” en Apología de Sócrates, de Platón


Sócrates nació el 470 a.c., su obra y su vida la conocemos a través de los diálogos de Platón, si bien en el caso que nos ocupa no está en forma de diálogo, sino en un estilo que recuerda las Catalinarias de Cicerón. Sócrates está en el punto intermedio de la historia de la filosofía, pues es el último sabio o el primer filósofo, ya que hizo lo que se conoce como el giro antropológico. Surge como figura por su enfrentamiento con los sofistas, lo hizo con su mejor arma, el método que se conoce como la mayéutica, que es una técnica dialéctica para envolver de preguntas a quien miente para cazarle en contradicción, con esta técnica realiza su apología, su defensa.
Para situarlo históricamente cabe señalar que veinticinco años después de la fecha de su nacimiento nació Pericles, que dio máximo esplendor a Atenas, de quien Sócrates dijo: “Hasta dónde yo sé, Pericles convirtió a los atenienses en gente perezosa, avariciosa y chismosa, al comenzar el sistema de pagos públicos" . Esta cita sólo cumple la función de evidenciar que nuestro personaje no se andaba corto en criticar a la más alta autoridad de esta ciudad-estado. Se trata de una época en la que se dio gran importancia a la política, al derecho y a cómo construir un mejor Estado o polis. De donde se infiere que es comprensible que Sócrates se creara tantos enemigos, los sofistas, que eran reconocidos como los sabios de la época, que imponen la retórica en lugar de argumentos convincentes y coherentes. Estos sofistas eran admirados y temidos por los demás, pues manejaban muchos conocimientos. ¿Eran verdaderamente sabios los sofistas? La respuesta a esta pregunta es todo lo que hay en el trasfondo de la “Apología de Sócrates”. Sócrates los criticó públicamente, lo que dio origen a las acusaciones de que fue objeto y, consecuentemente a su defensa o apología.
Sócrates es objeto de dos clases de acusaciones: la que hace mucho tiempo y la reciente. La antigua es formulada de la manera siguiente: “Sócrates comete delito y se mete en lo que no debe al investigar la cosas subterráneas y celestes, al hacer más fuerte el argumento más débil y al enseñar estas mismas cosas a otros . Sin embargo, esta acusación no tuvo repercusión en el momento que fue realizada, pero ahora Meleto se sirve de esta antigua acusación y la replantea de la forma siguiente: “Sócrates delinque corrompiendo a los jóvenes y no creyendo en los dioses en los que la ciudad cree, sino en otras divinidades nuevas”
A esta acusación Sócrates responde que “si habéis oído a alguien decir que yo intento educar a los hombres y cobro dinero, tampoco es verdad. Pues también a mí me parece que es hermoso que alguien sea capaz de educar a los hombres como Gorgias de Leontinos…” . En el punto que Sócrates se defiende mediante la mayéutica es cuando dice: “Calias, le dije, si tus dos hijos fueran potros o becerros, tendríamos que tomar un cuidador de ellos y pagarle; éste debería hacerlos aptos y buenos en la condición natural que les es propia, y sería un conocedor de los caballos o un agricultor. Pero puesto que son hombres, ¿qué cuidador tienes intención de tomar? ¿Quién es conocedor de esta clase de perfección, de la humana y política? Pues pienso que tú lo tienes averiguado por tener hijos”. “¿Hay alguno o no?” dije yo. “Claro que sí”, dijo él, “¿Quién es, por cuánto enseña?”, dije yo. “Oh Sócrates -dijo él-, Eveno, de Paros, por cinco minas” .
Además Sócrates siempre mantiene como defensa de su proceder su “sólo sé que nada sé”, por lo que no se trata de que él se hiciera pasar por sabio, sino que había adquirido esa reputación y popularidad fruto de la respuesta que Delfos dio a Queronte cuando éste le preguntó si había alguien más sabio que Sócrates a lo que la Pitia le respondíó que “nadie era más sabio” . Sócrates es consciente que la humildad es la máxima de la sabiduría, se trata de un mensaje imperecedero, que muy posiblemente ha influido al poeta cuando dice: “The only wisdom we can hope to acquire / is the wisdom of humility : humility is endless” ; sin embargo, a pesar de ello Sócrates insiste que “Yo tengo conciencia de que no soy sabio, ni poco ni mucho” .
Al objeto de encontrar cierta certidumbre va al encuentro de Anito, político, que se tenía por sabio, mientras que él se sintió más sabio que Anito precisamente porque él no se sentía sabio y Anito sí y es que Sócrates considera que “In order to arrive at what you do not know / You must go by a way which is the way of ignorance” , como consecuencia él se enemistó, mientras Sócrates razonaba que las personas de importancia se creen sabias por el hecho de que su poder las hace sentirse superiores a los demás en todos los aspectos, mientras que las personas de más baja condición su humildad natural es las hace más sabias, pues no han perdido la curiosidad ante lo desconocido. Estas dos actitudes son todavía vigentes y todos vemos a personas que por su jerarquía se siente capaces de hablar en voz alta gracias a la autoridad que tienen, pero confunden la autoridad jerárquica con la autoritas.
Con todo esto Sócrates va al encuentro de Meleto, poeta, y de Licón, orador. En ambos casos obtiene el mismo resultado, puesto que ambos son sabios en su actividad, pero no son sabios si lo entendemos de la única manera que puede entenderse la sabiduría, precisamente por esta razón Sócrates cosecha el odio de estos sofistas, que además tienen poder. Así Meleto le acusa de pervertir a los jóvenes de la ciudad a lo que Sócrates alega que los hijos de los más ricos, los que disponen de más tiempo libre, son precisamente los que acuden a él porque les divierte, pues les gusta ver que muchos hombres de la ciudad que se dicen sabios, Sócrates les demuestra que no son sabios, lo cual estos, que se dicen sabios, “para no dar la impresión de que están confusos, dicen lo que es usual contra todos los que filosofan, es decir: ‘las cosas del cielo y lo que está bajo la tierra’, ‘no creer en los dioses’ y ‘hacer más fuerte el argumento más débil’” . Esto expresa una reacción que suele presentarse con frecuencia en personas que se sienten descubiertas en una debilidad y reaccionan atacando a quien les ha evidenciado, aplicando la fórmula de que la mejor defensa es un ataque; un ejemplo de esto es lo que hoy en día hace la Iglesia Católica que para defenderse alega que hay una campaña en su contra.
Sócrates se dirige a Meleto para decirle: “En efecto, has descubierto al que los corrompe, a mí, según dice, y me traes a estos jueces y me acusas. Vamos, di y revela quién es el que los hace mejores. ¿Estás viendo, Meleto, que callas y no puedes decir? Sin embargo, ¿no te parece que esto es vergonzoso y testimonio suficiente de lo que yo digo, de que este asunto no ha sido en nada objeto de tu preocupación?” Luego, Sócrates en un alarde de mayéutica le rodea de preguntas para decir: “Luego, según parece, todos los atenienses lo hacen buenos y honrados excepto yo, y sólo yo los corrompo. ¿Es esto lo que dices?” Como Meleto responde afirmativamente, entonces Sócrates, después de un largo argumento en forma de parábola le dice, “Meleto, has demostrado suficientemente que jamás te has interesado por los jóvenes y has descubierto de modo claro tu despreocupación, esto es, que no te has cuidado de nada de esto por lo que tú me traes aquí” .Efectivamente, Sócrates le dice que Atenas no puede estar corrompida sólo por la acción de Sócrates, puesto que si así fuera significaría que los padres y la educación en Atenas no cumple su función, evidentemente de ser así los padres ya se habrían vengado; pues es imposible que un solo hombre corrompa a la juventud, ya que si la ciudad cree en sus dioses, Sócrates no podría solo hacer creer en espíritus nuevos, por esto le dice: “yo no puedo llegar a saber si dices que yo enseño a creer que existen algunos dioses –y entonces yo mismo creo que hay dioses y no soy enteramente ateo ni delinco de eso-, pero no los que la ciudad cree, sino otros, y es esto lo que me inculpas, que otros, o bien afirmas que yo mismo no creo en absoluto en los dioses y enseño esto a los demás” , por lo que lo trata de ignorante al no tener en cuenta que no se puede confundir a Sócrates por Anaxágoras, pues los jóvenes conocen el pensamiento de este filósofo presocrático sin necesidad de escuchar a Sócrates.
Lo que imputa Sócrates a Meleto es que su acusación no se sostiene porque es como si dijera que “Sócrates delinque no creyendo en los dioses, pero creyendo en los dioses” , lo cual es una flagrante contradicción, hasta el punto que su acusación formal dice que Sócrates cree en lo relativo a divinidades, por lo tanto si se cree en divinidades es que se admite la existencia de que hay divinidades o también “¿Qué hombre creería que hay hijos de dioses y que no hay dioses?”
Como consideraciones finales de la apología cabe señalar, en primer lugar, que Sócrates es acusado de cobrar dinero por sus enseñanzas cuando él es pobre, pues él no pretende nunca enseñar, sino simplemente habla para quien le quiera escuchar, por esto resulta peligroso a los sofistas, los poderosos de la ciudad. También es de señalar que sus amigos están dispuestos a pagar la multa que le podría ser impuesta, pero la ética socrática no puede permitir este favor, pues Sócrates respeta la ley y considera que debe acatar lo que los jueces determinen y que liquidar una sentencia mediante dinero es una forma incorrecta porque, aunque él no lo plantee de esta forma, sí podría decirse que tiene vigencia el posicionamiento ético de Sócrates, puesto que el dinero es la prueba del principio de desigualdad ante la ley. Tampoco está dispuesto a implorar el perdón, puesto que esto significaría el reconocimiento de culpabilidad ya que si uno es inocente de verdad no es castigado por los jueces. Así que Sócrates acepta la pena de muerte por respeto a la ley y a la democracia ateniense, pero precisamente por esta razón es crítico hasta el punto de, tal como ya se ha indicado anteriormente, denunciar directa y públicamente la manera en que se ha estructurado la polis en el ámbito político, eco